jueves, 14 de junio de 2012

Hay vida despues de la vida: En búsqueda de Vivian Maier

Esta es una de esas historias, de ese tipo de historias que me gustaba encontrar en las Selecciones de Readers Digest. Una de esas historias que volvía a leer una y otra vez, en esos tiempos cuando la edad pasa de tener un dígito a dos y el tiempo libre es materia abundante. 

Esta es la historia: Una mujer, norteamericana pero de infancia y primera juventud en Francia, de nombre judio pero, según cuentan, católica, al principio, y luego anticatólica, o antireligión, por usar dos términos usados por quienes la conocieron. Esta mujer regresa luego de la segunda guerra mundial a los Estados Unidos sin apenas saber inglés. Dicen que aprendió el idioma en Nueva York viendo películas y asistiendo a obras de teatro. Amante de los clásicos y del cine europeo, socialista, feminista, dada a usar ropas austeras y, frecuentemente, chaquetas y zapatos de hombre, aparentemente poco sociable, con rutinas constantes a lo largo de los años, esta mujer se dedicó durante décadas a trabajar como niñera de familias acomodadas de Nueva York y Chicago (mayormente en esta última ciudad). Y tambien, asi como Leonardo "tambien pintaba", Viviean Maier, que es como se llamaba esta mujer, tambien hacía fotografías. Fotografías, miles de fotografías que nunca mostró a nadie.

Cuando en sus últimos años perdió la casa en que vivía, las cosas de Vivian terminaron en un depósito. Cuando dejó de pagar el alquiler del depósito, remataron los muebles y demás objetos almacenados para compensar a los propietarios. Entre las cosas subastadas había unos 100.000 negativos, mayormente contentivos de fotografías tomadas entre los años 50s y los 70s (aunque hay fotografías hasta los tempranos 90s), además de otros 30.000 negativos aún sin revelar.

John Maloof, un corredor inmobiliario de Chicago, que estaba buscando imagenes antiguas para un libro que escribía sobre la historia construida de la ciudad de Chicago, compró en una subasta de muebles unos 30.000 negativos por 400 dólares. Al ver con detalle lo que había comprado, se apresuró a comprar los otros lotes de negativos y película por revelar. Había encontrado una mina de oro.

Vivian Maier murió en el año 2009, antes de que su trabajo fotográfico fuese divulgado. Antes de que galerías y críticos de arte se apresuraran a etiquetarla como una de las más importantes fotografas norteamericanas del siglo XX. El año pasado, Powerhouse, una editorial de Brooklyn especializada en libros de fotografía, ha publicado el primer libro sobre su obra. Es una joya, como lo es el trabajo de Vivian Maier. 


















Libro publicado por Powerhouse (Dumbo, Brooklyn)

viernes, 1 de junio de 2012

Viendo la prensa de Caracas desde Baja California

Leo, sentado junto a una mesa de la planta baja del refrigerado Hotel Fiesta Inn de Mexicali, en la agreste frontera entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América, una nota de la prensa de Caracas que da cuenta de la muy próxima fecha en la que el gobernador del Estado Miranda, en Venezuela, hará su inscripción como candidato a la Presidencia de esa República y, en consecuencia, designará como Gobernadora de dicho estado, uno de los más importantes por tamaño poblacional, nivel de actividad económica y visibilidad política, a la urbanista Adriana D Elías.

Hace sólo horas que el urbanista Matías Ramírez estaba sentado conmigo en esta misma mesa, huyéndole a los 44 grados centígrados que barren las calles de esta ciudad hermana en estética y escala visual con El Tigre y Anaco, dos cálidos rincones del oriente venezolano en los que alguna vez nos ha tocado ganarnos el pan, preparándose para tomar un avión rumbo a la capital mexicana, como escala en un viaje de trabajo hacia El Salvador.

Los tres, Adriana, Matías y un servidor, ocupamos en alguna oportunidad remota, que parece ayer pero ocurrió hace cerca de dos décadas, los tres escritorios del cuarto de atrás del Instituto de Estudios Regionales y Urbanos de la Universidad Simón Bolívar. O, para conocidos, allegados y afines, simplemente el IERU o "el instituto".

Ver la noticia en cuestión en la prensa - en realidad en la pantalla del ipad- me ha trasladado de inmediato a aquellos días de sueños amplios y recursos estrechos. Muchas veces hablamos, entre los tres, con la misma iniciativa con la que afrontábamos los proyectos laborales de entonces, sobre las posibilidades del futuro, sobre la visión de un porvenir que poco se parecía - a veces más, a veces menos- a aquel rincón del primer piso del edificio de Mecánica y Estudios Urbanos, poblado de escritorios y archivos de metal, sillas de semicuero y carteleras de corcho.

Porque sé de primera mano de los esfuerzos y sacrificios que ha supuesto para Adriana estar donde está, me produce una instantanea felicidad leer lo que leo. Se que es una suerte de "sueño realizado" (y al decir esto, estoy pensando en Onetti y no en el Miss Venezuela). Lo mismo puedo decir del Matías. Y sin embargo, siempre se pregunta uno, no sobre los demás, más bien sobre uno mismo, si uno hace todo lo que puede, si ha podido hacer otras cosas en todos estos años que vienen desde los primeros años 90s del siglo pasado, e incluso antes, cuando los fundadores de TDR Urbanistas coincidimos en la Universidad Simón Bolívar.

En una suerte de ejercio de la teoría de la relatividad, nuestras vidas personales han progresado en muchos aspectos y no así en otros, aunque creo que el balance está a la vista. Y sin embargo, el retroceso del país  diluye en parte esos avances personales, como el viajero que camina dentro de un vagón de tren que se mueve en el sentido contrario al del viajero.

Acabo de leer la prensa de Caracas y desde estas tierras lejanas es inevitable alegrarse por las noticias en la primera plana. Y los que leemos la prensa de Caracas, lamentablemente, no podemos decir eso cotidianamente. Es más, no lo podemos decir casi nunca.

Solo nos queda pensar, como lo hacíamos, reunidos en el cuarto de atrás del Instituto, que vendrán tiempos mejores.

Mexicali