sábado, 19 de noviembre de 2011

Sábados con Auster

Sumergidos, como solemos estar, en la diatriba política, en la cotidiana supervivencia, en la permanente motivación al desánimo, en el estímulo a la parálisis o a la huida, los habitantes de Caracas no solemos tener la oportunidad que tuve hoy. Oportunidad que quiero compartir con ustedes. 

Ayer llegue a Nueva York en vuelo procedente de Caracas (Atlanta mediante, todo sea por aquello de las millas), en una suerte de peregrinación anual que ya se prolonga por 16 años y que ayuda a mantenerme vivo y sano, sobretodo sano de lo de la mente, aunque al cuerpo estos aires tambien le vienen bien, al menos en mi caso. Y hoy, en el primer día de mi viaje, me encuentro con que Paul Auster, uno de mis dioses del olimpo, lee extractos de sus escritos en el cementerio Greenwood, aquí, a solo cuadras de donde me encuentro, la casa de mi familia en Brooklyn. 

Greenwood es un lugar mágico, uno de los primeros grandes cementerios rurales de la Estados Unidos, fundado en 1838 y aún activo como sitio de reposo para más de medio millón de muy privilegiadas almas, que incluyen desde el inventor del telégrafo, el Sr. Morse, hasta Leonard Bernstein y Jean Miquel Basquiat, por mencionar inquilinos más recientes. Hace 150 años recibió 500.000 visitantes al año que lo usaban como sitio de recreo y contemplación y esa actividad de mediados del siglo 19 sirvió como inspiración para la creacion del Central Park en Manhattan o del vecino a Greenwood, el parque Prospect, en Brooklyn oeste.

En un futuro Greenwood también será el destino final de los esposos Auster, que hoy 19 de noviembre, según se mencionó en algún momento de la presentacion de hoy, formalizaron la adquisición de una parcelita en este oasis brooklyniano del mas allá, con monumentos de piedra dispersos entre valles, colinas y lagos, bajo la sombra de unos 7000 arboles, incluyendo muchos cerezos que florecen generosamente una vez al año, y con vista a la estatua de la libertad y al "skyline" de Manhattan.



Volviendo a la actividad de hoy, en Caracas este asunto de una lectura de Paul Auster seria un gran acontecimiento, pero aqui en Nueva York, se trató de un acto relajado, tranquilo, intimo. Paul Auster reunido en una capilla neogotica con 50 de sus lectores, rodeado de vitrales de colores y escuchando el zumbido de la brisa bajo la luz amarilla del otono. Luego de las presentaciones del caso y el correspondiente agradecimiento de los administradores del cementerio, leyó durante una hora extractos de su novela Sunset Park -que se desarrolla en los alrededores de Greenwood- contestó las preguntas que se le hicieron desde el publico y firmó sus libros a todos los presentes, incluyéndome, que hice mi fila para esperar que me firmara una copia de Sunset Park para mi y otra para mi cuñado Ricardo, consabido seguidor del escritor. Luego de finalizado el acto, Auster salió a caminar por el cementerio con su esposa Siri, tambien escritora, y finalmente se marchó a su casa, en el vecino barrio de Park Slope, en un carro negro y grande, como corresponde a una escena como esta, bajo un cielo azul y bañados por la luz amarilla y envolvente del otoño.



Srs. de Delta Airlines. No me importa que ahora solo pueda traerse una maleta, ni que en el vuelo entre Caracas y Atlanta sustituyeran la comida caliente por un sandwich pequeno. En lo que a mi respecta, con lo ocurrido hoy, este viaje ya esta totalmente pagado.

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