miércoles, 11 de abril de 2012

Alguien me debe algo

La noche de aquel 11 de abril y las primeras horas de la mañana del día 12 inmediato siguiente tuvieron en común las llamadas -nacionales y provenientes de otras tierras- que iban y venían en búsqueda de información y aprovechaban para dar la felicitación por el cumpleaños, con la argumentación, tantas veces repetida que parecía coordinada previamente entre familiares y amigos, según la cual mi regalo por los 35 que cumplía un servidor ya me había sido dado, con gran generosidad: el inminente cambio de gobierno.

Aquel día 11 habíamos caminado, primero desde la casa de mis padres en Los Chorros hasta el Parque del Este (siempre en compañía de Patricia, de mi hermano y María Gabriela, mi cuñada, quienes por aquellos días recien estaban aclimatándose de nuevo a estas tierras luego de haber vivido los 4 años previos entre Canada y España); luego ya como parte de la marcha hasta el Cubo Negro de Chuao (en donde todavía me veo acostado en una isla de la autopista, viendo el sol que brillaba esplendidamente aquella mañana, comiéndome un raspao y escuchando al gentío gritar " a Miraflores, a Miraflores"); y finalmente, hasta la Avenida Baralt, en donde, luego de una lluvia de bombas lacrimógenas provenientes de las oficinas del Ministerio del Ambiente (siempre me pareció esa una metáfora perfecta, no podía haber sido desde otra dependencia pública...) tomamos la decisión de devolvernos justo cuando comenzamos a ver a nuestro alrededor gente ensangrentada, que llebaban cargada hasta las jaulas de la Metropolitana, que arrancaban picando caucho con destino desconocido a pocos metros de nosotros.

Quizás por la frustación derivada de los eventos posteriores, quizas por el casancio producto de tanta caminata y tanta gritadera para unos insubordinados amateur, quizas por el pesar que produce el pensar - mientras veía por televisión la bufonada de Carmona y las idas y venidas de la información- que nos merecemos como país todo lo que nos pasa, jamas pedi compensación alguna por aquel engaño, por aquella oferta fraudulenta. Como regalo de mi cumpleaños 35 escuche repetidas veces que había recibido un nuevo comienzo, la esperanza de un nuevo país, la oportunidad de enmendar la dirección, la posibilidad de un futuro mejor. Y mañana voy a cumplir 45 echando en falta, 10 años despues, semejante regalo, que sigue sin materializarse.

En estas fechas estoy pensando que alguien me debe algo, y con 10 años de intereses.


1 comentario:

  1. Feliz Cumpleaños... sólo puedo decirte que ese 11 y éste 11 son muy diferentes en cuanto a lo que sentimos los venezolanos. No podría asegurar -y no me permito ofrecerme a mi misma la certeza de soñar con -un cambio este año. Pero si siento que los intereses de ese regalo que te quedaron debiendo (y a muchos, aunque no fuera nuestro cumpleaños pero quienes sin duda celebrábamos) se han ido acreditando en mayor participación, mayor ciudadanía activa... un poco -tal vez aún no suficiente- de madurez política, que bastante falta nos hace para no seguir cayendo en la promesa de un mesías. Las cosas no las conseguiremos con un borrón y cuenta nueva, sino con muchos activos que equilibren tantos pasivos que se han acumulado en nuestra contabilidad (y claro que no hablo de la economía solamente...).
    Saludos y gracias por compartir siempre tus escritos... :D
    (me declaro fiel lectora)

    ResponderEliminar