lunes, 4 de julio de 2011

Llueve en la capital de Austria

Hoy me paré sin despertarme.

Anteayer en la noche estuve terminando -hasta poco más de las 12 de la noche- un material que quería llevar como soporte a una reunión en Bogotá; luego me paré en la madrugada, como a las 3 am, para bajar al aeropuerto de Maiquetía y tomar un avión de Avianca hasta la capital de la hermana república, y finalmente regresé a Caracas anoche, medio dormido-medio harto de que todo el mundo (taxistas, colegas, empleados de aeropuerto, compañeros de trabajo, meseros...) me pregunte sobre la enfermedad de Hugo Chavez, en un vuelo que salió del aeropuerto de El Dorado cuando en Caracas ya casi era hoy, y terminé con mis huesos en mi cama recién a eso de las 2 de la mañana.

Por eso, cuando me paré de la cama, hoy a las 6 am,  para llevar a mis hijos al colegio, tenía la cabeza en cualquier otro lado.  Así me he pasado toda la mañana, eludiendo retos intelectuales, concentrándome en tareas rutinarias, firmando cheques y facturas, mirando papeles, recordándole al contador los asuntos pendientes, resolviendo solo pequeñas urgencias, necesidades intrascendentes.

Más tarde, mientras venía manejando, con la misma cara de sueño y la misma mirada perdida, de vuelta a la oficina, luego de buscar a Lucía en su colegio, escuché en la radio una canción que tenía muchos años que no escuchaba. Lluvia es una canción del grupo La Misma Gente que sonó hasta el cansancio en los primeros años 80s en las radios venezolanas y, particulamente en la emisora que yo solía escuchar, Radiodifusora Venezuela 790 AM. Eso sí me despertó.

La Misma Gente es (porque aún anda rodando por allí, aunque con un solo miembro original, su guitarrista y cantante) un grupo de rock venezolano formado en San Antonio de Los Altos, en la periferia de Caracas, en los finales años 70s, por el guitarrista Pedro Vicente Lizardo, mejor conocido como PTT; su hermano el bajista Humberto Enrique, "Ike" Lizardo (ambos hijos del poeta Pedro Francisco Lizardo, a quien solía ver cuando acompañaba a mi papá a la librería El Gusano de Luz, frente a Parque Carabobo) y el baterista Víctor "Kasino" González. Publicaron su primer disco, un LP en cuya carátula participaron, si mi memoria no me falla, Ike y Freddy de Bari (que por aquella época trabajaba con el diseñador venezolano Santiago Pol) y al que bautizaron Por Fin, en 1983, y en el estaba Lluvia por su lado A (sí, porque a los discos se les daba vuelta...).

La Misma Gente. AulaMagna de la UCV, en algún momento de los años 80s.

Mientras escuchaba la canción me vino a la mente la carátula del disco que escuché mucho, manosee tantas veces, pero nunca tuve, a pesar de conocer a los músicos y  a un colaborador en el diseño de la portada, y me trasladé mentalmente de inmediato a la casa de los Lizardo en San Antonio de los Altos, a la que fui alguna vez en los años 80s acompañando a Freddy de Bari y a Viena Rondón. Todavía sonaba la canción en la radio y, a pesar del corneteo en la calle, estaba ahora junto a una fogata, a la orilla de la playa, cerca de la boca de la laguna, cerca del club Miami en Tacarigua de la Laguna, escuchando a Ike Lizardo tocar la guitarra mientras los zancudos hacían su agosto con los presentes, Viena Rondón, Luis Felipe Castillo, Luis Polisano, Toyo Figarella,  el Güiro Berlaty, algunos otros, algunos de los amigos y conocidos de entonces, de 1983.

A Viena Rondón la conocí en la biblioteca Enrique Bernardo Nuñez (hoy desaparecida) en la 5ta transversal de la Avenida El Rosario de Los Chorros, la calle paralela a la de la casa de mis padres. Ella tenía 19 años, yo 14, más o menos. Era la hermana que nunca tuve, era mi referencia a seguir en un mundo que me era esquivo, el de las mujeres. Ella estudiaba artes en la Universidad Central de Venezuela y trabajaba como maquilladora en películas, videos musicales y obras de teatro. Estábamos juntos en un grupo de teatro, compartíamos clases de fotografía y su casa era el centro de referencia de buena parte de lo que pasaba en mi vida en aquel entonces. El apartamento de Prados del Este  que compartía con Belgica, su madre, una abogada pequeñita de cabello largo y lentes para leer, con la que compartía -además de casa y cierto parecido físico- una actitud ante la vida y una sobredosis de espíritu jóven, fue el primer lugar donde me quede a dormir con cierta regularidad fuera de la casa de mis padres. Fue alli donde comencé a escuchar nombres de películas que debía ver, de obras de teatro que debía mirar, de músicos que debía escuchar. Sentado en la alfombra o echado en la cama de agua del cuarto de Viena -al fondo del apartamento, a la derecha, el que tenía una foto de los Beatles pegada en la puerta- descubrí a Mike Oldfield, a Pink Floyd, a King Crimson, Yes, los Rolling Stones, Focus, a Crosby Stills Nash and Young, a Simon y Garfunkel, a Jethro Tull, a Emerson Lake and Palmer, a the Doors y a tantos otros músicos.

No tengo ninguna de las cosas que me regaló, solo sus recuerdos. Puedo verla parada del lado afuera de la reja de garage de la casa de mis padres con una camisa manga larga, tela como escocesa, de cuadros, cuello blanco, tan de moda en los 80s, que me trajo de uno de sus viajes en barco. Como su tío era capitan de un barco mercante, ella solía irse a Brasil, a Estados Unidos, a Europa, a la India, que se yo adonde había ido antes de conocerla, en algún barco de carga y volver solo semanas o meses después. Me encantaba oirla contar como los marinos le abrian las llaves de los sistemas contra incendio del barco, que toman agua del mar y la lanzan sobre cubierta, para que ella pudiese tomar en bikini baños de mar en medio del Caribe o del Atlántico. 

Acabo de verificar algo que ya sabía. No guardo en mis archivos ninguna fotografía de Viena. Puede que tenga alguna en algún negativo blanco y negro de entonces, de esos que permanecen sin copiar. Pero cuando cierro los ojos puedo ver claramente su rostro, blanco, su cabello negro, largo y liso; puedo escuchar su risa, esa como de conejo de dibujos animados, puedo ver las zapatillas rojas que solía usar, puedo recordar sus manos, puedo recordar la expresión de su cara la última vez que la ví, esa vez que la llevé de la Universidad Simón Bolívar a su casa de entonces, una especie de platillo volador colgado en un barranco con vista hacia los Valles del Tuy y hacia Los Guayabitos, que compartía con alguien de origen griego al que nunca conocí.

Los últimos años nos veíamos muy poco. Siempre en la Simón -siempre por casualidad- a donde ella daba unos cursos y yo daba carreras en el IERU. No me enteré como terminó lo del griego. Tampoco tuve mucho detalle cuando terminó con Freddy -el cocodrilo- ni con Gonzalo,el que trabajaba en el Poliedro. Nunca supe cuándo se fue a vivir a Mérida, cuando ella y Belgica se mudaron al páramo, que en el imaginario venezolano es el destino perfecto para las almas libres como la suya. Me enteré tarde, tiempo despues, que un carro se la había llevado por delante, dejándonos solo su recuerdo, sin tener conciencia de cuanto de ella hay en cuanto somos, en lo que quisieramos ser.

El doctor PTT Lizardo está cantando esa parte que dice "lluvia, dile lo que yo no se decir".

3 comentarios:

  1. Hola Gonzalo saludos, me encanta su narrativa, se reviven los momentos vividos, gracias!

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  2. .. La Lluvia es fria y mas si tu te das cuenta que tu alma nunca va escapar... Y que cuando llueeeeve no es que llueeeve es que Dios aprende a llorar... Y que cuando llueve mas te quiero... y cuando llueve tu no es estas.... Lluvia son tus ojos, LLuvia es tu intranquilidad..... (definitivamente esa canción encierra muchos recuerdos, en especial el viaje a la playa que mencionas)

    Hola Gonzalo! Que recuerdo mas grande y a pesar de tanto tiempo como se revive como si fuese ayer. Extraño mucho esa época. Extraño mucho a Viena... Los extraño a todos.

    No sé como caí áca, pero me emocioné full, a tal punto que tengo el guerguero atarugado jaja, por leer tu narrativa y recordar todos los maravillosos momentos que compartimos en nuestra adolescencia. Eramos muy felices y nos la gozamos de verdad...

    Gracias por revivir los mejores momentos de mi vida. Luis Polisano (Luigi)

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