martes, 14 de septiembre de 2010

El show debe continuar

He vuelto en estos días de lluvia caraqueña a una película maravillosa que siempre me encantó, y es complicado adjetivar de esa manera algo que los críticos han calificado como deprimente y sombrío, pero esa misma contradicción -porque ciertamente es una contradicción, porque en ella conviven de manera integrada lo maravilloso y lo deprimente, la alegría y el miedo, la euforia y la tristeza- deben haberla percibido esos mismos críticos, que la nominaron en su oportunidad, hace 3 décadas, a nueve premios Oscar (de los cuales ganó 5) y le otorgaron la Palma de Oro del Festival de Cannes.



Bob Foose, afamado bailarín, coreógrafo, director de teatro y cine, premiado previamente como director de la película Cabaret, dirigió en 1979 All That Jazz - bautizada en estos lares como "El Show debe continuar" - película que muchos han calificado, no sin razón, como autobiográfica, porque su protagonista, el personaje del director de teatro y cine y exbailarín Joe Gideon, interpretado por Roy Scheider, guarda un enorme parecido físico con Fosse, por no hablar de sus mañas y costumbres.

Gideon/Fosse es un personaje exigente, obsesivo, atormentado y esta historia/película es su puesta en escena más importante, su testamento vital, su espectáculo más personal: su propia vida. Y como la vida misma, el final - con independencia de la trascendencia de las obras y los recuerdos - es la muerte, que en este caso es un espectáculo delirante, denominado Bye Bye Life, probablemente uno de los momentos más impactantes de esta película, en lo emocional y en lo musical, porque sí, All That Jazz es una película musical, con referencias evidentes al mundo de Broadway y a los clásico del género.


 
En la medida en que la película transcurre, Gideon va coqueteando con Angelique, una hermosísima personificación de la muerte interpretada por Jessica Lange, "nuestra señora de la bombona de oxígeno". La carrera de Lange estaba muerta en si misma cuando afrontó esta, apenas su segunda película, luego del bochorno que significó su trabajo de "rubia que grita" en King Kong, en 1976. A partir del trabajo con Fosse, su carrera logró, en apenas los 3 años siguientes, gran notoriedad con trabajos como Tootsie y El Cartero Llama 2 Veces.



Además de las muy buenas actuaciones, unos diálogos inteligentes y la excelente banda sonora; la luces de esta película radican en la energía y el talento desbordante con el cual afronta su trabajo Gideon, al igual que como lo afrontara Bob Fosse. Ambos murieron infartados, en la ficción y en la realidad, respectivamente. Las sombras que acompañan tanta luz están asociadas a los procesos autodestructivos que vivieron ambos personajes.

Luego de mi escrito anterior, por mucho el más leído en la corta historia de este blog (por mérito de la capacidad de atraer gentes de Nelliana, claro está) me encontré preguntándome ¿como seguir adelante? ¿sobre qué quiero escribir ahora que quien motivó la aparición de este blog ya no nos sigue más? Y la conclusión a la que llegue -luego de escuchar a Nelliana diciendome "deja de darle vueltas, no seas pendejo, ponte a escribir"- es que, simplemente, el show debe continuar.

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