El día comenzó bien. No llovía, como los días previos, y la ciudad amanecía callada despues del desvelo electoral, con poco tránsito, como adormecida.
La lista de cosas por hacer es larga, pero la soledad de las calles hace que todo sea posible. Facturas, pagos de impuestos, deudas, trámites de los teléfonos corporativos, cobro de anticipos, programación de trabajos de campo. La mañana alcanza para todo lo previsto y el viaje al aeropuerto comienza dentro del horario previsto.
En el taxi comienzan las malas nuevas, aunque no es hasta más tarde cundo se conocen estas noticias. El teléfono no está en su sitio, pero ya ha quedado atrás inmigración y aduanas.
Al vuelo previo de Copa Airlines, el 222, lo ha paralizado un rayo; al nuestro, el 225, la Guardia Nacional Bolivariana, ese rayo que no cesa. Ambos están parados en la pista, uno cerca del otro, aunque el 222 debía comenzar a volar hacia el istmo 2 horas antes que su compañero. La información oficial de la línea aérea es que todo está dispuesto para nuestro viaje, el avión está listo, pero a la Guardia Nacional Bolivariana se le ha estropeado una de las máquinas de rayos x y tiene muchas demoras acumuladas en la revisión de los equipajes, sin lo cual no autorizan el embarque de los pasajeros.
Estos coños de madre se están vengando de lo de ayer, pero no importa, les metimos medio palo, dice un joven de camisa naranja, americana marrón, pantalón jean azul y evidente acento maracucho.
Otro joven que está a su lado, le pregunta: ¿también vas para mayami?¿ a qué hora es tu conexión?
Llega una señora preguntando si hay hora establecida para el embarque. Más allá viene un señor corriendo, motivado por un mensaje en las pantallas que anuncia el embarque, que en realidad está lejos de producirse. Ha bajado las escaleras corriendo, maletas en mano, mientras su esposa le sigue, muchachita en brazo. Jadeando se recuesta del mostrador “¿ya está embarcando?”. ¿No? No es la línea, es la Guardia Nacional que no nos deja embarcar. ¿Y Copa no puede comprar una máquina de rayos x y prestársela a la Guardia para que revise las maletas más rápido? No señora, imagínese, eso no funciona así, ese es un servicio que tiene que prestar el aeropuerto, no la línea aérea.
Se han agrupado 3 empleados de Copa tras el mostrador y comienzan a discutir sobre qué cenaran. Son las 5 de la tarde. El vuelo estaba anunciado para las 5.30. Se ha comenzado a regar el rumor del inconveniente de la máquina de rayos x.
“Este país está cada vez peor”, comenta un señor, cabello castaño, americana azul oscuro, camisa blanca, evidente acento español, alrededor de unos 50 años. “yo vengo muy seguido a este país, pero esto está cada vez peor, este año, cada vez que vengo, funciona peor”. Es de los pocos en la sala que no tiene el meñique violeta. A un lado, luego de escuchar la explicación de la demora, un hombre flaco, alto, muy blanco, pómulos rojizos, cabello escaso y canoso, se lleva la mano a la cabeza y gesticulando mientras mueve la cabeza de un lado al otro deja caer en un perfecto acento inglés ”…my god, only in a third world…”.
Son las 6 y 30 y se han acumulado en la sala los pasajeros de 3 vuelos diferentes. El vuelo de Iberia con destino a Madrid también está demorado, en la puerta de al lado, pero los empleados de Copa comentan: “ese seguro sale primero, Iberia siempre les manda cajas de jugos y comida a la Guardia; Copa no, Copa no está con esa jaladera de bolas…los de Copa no entienden cómo funciona esto…hasta pasajes les regalan los de Iberia de vez en cuando”. Uno de los mirones del mostrador le responde gesticulando con los brazos “pero a que el vuelo de Cubana de las 5 si que salió a la hora…y el de teheran de Conviasa, a esos no los revisan estos coños de madre”. Varias personas a su alrededor asienten al escuchar el comentario y uno de los empleados de Copa sonríe y asiente con la cabeza antes de decir “ a los militares no se les puede dar tanta cancha, todo lo que agarran lo joden y son unos autoritarios, unos abusadores…aquí en el aeropuerto antes no era así, ahora ellos controlan todo y nada funciona” . Varios celebran el comentario, un par de personas lo escuchan y voltean hacia otro lado con cierta mueca en la cara.
Parte de la tripulación del avión ha bajado de un autobús y se queda parada junto a la puerta de embarque. Uno de ellos comenta que van a comenzar a revisar las maletas del 225, gracias a los buenos oficios del Gerente de Copa, que ha ido a reunirse con la Guardia. Cada vez hay más gente de pié, aun cuando hay sillas vacías. La gente se frota las manos, camina en círculos arrastrando el equipaje de mano.
Un Guardia Nacional, uniforme nuevo, cara de soberbia, risa irónica, se para junto al mostrador. Alguien comenta a sus espaldas el tema de la máquina de rayos x y la vinculación de la Guardia y la demora en el vuelo. El guardia voltea, tratando de adivinar el origen del comentario. Todos los que tiene alrededor tiene el dedo pintado de morado. Alguno se queja de trasnocho del día anterior, de la demora en la entrega de los resultados.
“Señores, vamos a comenzar a embarcar, por favor háganme una fila aquí” dice en voz alta un empleado de Copa y antes de terminar la frase tiene que enfrentarse a un amasijo de 4 o 5 filas que se entrecruzan. “Por favor, los de clase ejecutiva primero…”.
El primer autobús se llevó una parte del pasaje y los restantes pasajeros quedamos a la espera del autobús, que luego de 15 minutos no ha vuelto. Los autobuses pasan frente a la puerta, pero ninguno se detiene en la puerta 17. “Ay, a mi nunca me gusta esta puerta, tener que ir al avión en autobús, seguro nos vamos a mojar” se queja una señora mientras abraza contra su pecho un bolso de mano. Diez minutos después siguen pasando los autobuses, pero ninguno se detiene en esta puerta. Un empleado de Copa da tres pasos hacia la pista y comienza a hacerles señas con los brazos. “vamos a tener que salir a la pista y parar un peo, si no nos vamos esta noche…” grita un señor, cuarenta y tantos, corbata desanudada, chaqueta colgada del brazo.
El GuardiaNacional está conversando con una muchacha que tiene tomada del brazo a una niña pequeña. Hace unos minutos vino acompañada de un militar que le dio instrucciones al Guardia para que la acompañara durante el proceso de embarque. Están en una esquina de la sala, lejos del resto de los pasajeros.
Un empleado de Copa trae a cuatro chinos, tres de ellos con peinados muy modernos. Uno tiene un mechón azul en el cabello. Otro tiene una chaqueta parecida a la de Michael Jackson en Thriller. Alguien pregunta y un empleado de Copa comenta en voz alta “no tienen papeles”. Detrás del mostrador, alguien comenta “pensé que eran los del Cachi-Chien…” y las carcajadas se dispersan entre los que lo rodean.
“Ustedes me tienen que responder por esto” grita una señora, camisa rosada con el nombre de Venezuela bordado en un lado del pecho.” Mi suegra se está muriendo y voy a perder la conexión a Guayaquil…no voy a llegar a verla viva, la tienen pegada a una máquina esperando que yo llegue…” la gente la mira, entre la incredulidad y la consideración.
El autobus llegó por una puerta al otro lado de la sala. En medio del desorden de las filas de personas que corren hacia el otro lado de la sala, al comenzar a rodar por la pista en el autobus comenzamos a creernos que si viajaremos hoy. 3 horas tarde, estamos saliendo en el primer tramo de nuestro viaje.
CONTINUARA....próximo capítulo, escena en un aeropuerto panameño
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