una ciudad a la cual pertenecer
una ciudad que nos posea
que abra su ser
y nos ayude a recorrerla
por su sangre navegar
que nos lleve de la mano
y nos enseñe a vivirla?
Mi ciudad soy yo
la llevo dentro
no me puede poseer
porque yo la poseo primero
la llevo a todas partes
y la fundo en cada punto al que voy
Nelliana Villoria, en el encabezado de su blog "mi ciudad soy yo"
Este blog nació alrededor de un mes atrás impulsado por quien fue su primera seguidora registrada. Ella había comenzado unos días antes su tercer blog llamado Aquí estoy, así soy, así voy, (tenía uno desde hace algún tiempo para hablar de todo un poco y abrió otro asociado a un taller de escritura creativa en el cual estaba participando bajo la coordinación de Milagros Socorro) referido a su lucha diaria contra una enfermedad terrible que estaba minando cada día sus fuerzas, más no su ánimo. Ella escogió a algunos conocidos y amigos cercanos y los invitó a compartir con ella esa experiencia y cuando le contesté agradeciéndole por tomarme en cuenta, me motivó a acompañarle en su lucha desde la escritura, proporcionándole temas para intercambiar, experiencias para comentar. Y eso hicimos, hablando del Cine Prensa, la Caracas de los años 80s, el interés por hablar de las causas perdidas o las de los perdedores...
Conocí a Nelliana cuando ella todavía estudiaba la Carrera de Urbanismo en la Universidad Simón Bolívar y yo trabajaba como coordinador de proyectos en el Instituto de Estudios Regionales y Urbanos de esa universidad, en los finales años 90s. Parte de mi trabajo, y del de Matías Ramírez y de Adriana D Elías, mis compañeros y amigos de atrás de la puerta de vidrio (ellos saben de que va esto, perdón, es un chiste de un pequeño clan), era ver a los futuros profesionales que estaban en las aulas de clases y reclutar a los más talentosos para los proyectos del Instituto. Así llegó Nelliana al IERU, donde estuvo hasta despues de graduarse, hasta irse a California a estudiar su maestría. El día que se despidió, nos entregó a quienes habiamos trabajado con ella unos cartoncitos color naranja que comenzaban con nuestro nombre y una frase que empezaba: "muchas gracias por enseñarme que..." y procedía a una disección de la personalidad de cada uno de quienes recibimos uno de estos recuerdos. Las apreciaciones que hizo de cada uno de nosotros fueron fiel reflejo de todo su talento e inteligencia, de su capacidad de entender más allá de lo obvio y sintetizarlo en apenas palabras. El mío fue de las pocas cosas que despegué de mi cartelera personalmente, para conservarlo, en medio de mi despedida del Instituto, unos años despues.
Supimos del éxito en sus estudios en California, leimos sus artículos en revistas internacionales, supimos de su trabajo en organizaciones de vivienda y relacionadas con las condiciones de vida de los inmigrantes en los Estados Unidos, recibimos con alegría boletines de organismos multilaterales donde la citaban o la señalaban como colaboradora, supimos de su mudanza a España y del nacimiento de su hija. Como lo habíamos presagiado al verla partir de la Universidad, el cielo parecía el límite para una profesional inteligente y llena de iniciativas, que tambien era una madre amorosa y comprometida con las causas que consideraba suyas. Hoy nos tocó acompañarla en su último tránsito, en un día gris y colmado de una lluvia que no deja de caer desde que ayer se supo la noticia, como si el cielo de Caracas sintiese la misma tristeza que sentimos quienes la conocimos.
Mientras manejaba hoy hacia el Cementerio de Este en Caracas, escuchando un viejo disco de blues de Tom Waits, ese donde canta "huevos con salsa", no dejaba de recordar su energía, su forma de interactuar con los demás, su compromiso con lo que hacía. Dos semanas atrás había cumplido 36 años. Se fue apagando estos últimos meses, víctima de los ataques de la enfermedad y de los tratamientos para combatirla. Su último correo de hace muy muy pocos días fue para invitarme a un taller de escritura de crónicas al cual la habían invitado, pero al cual ella pensaba no podría asistir, porque no se estaba sintiendo bien. Quedó pendiente una visita a mi casa, varias veces postergada por su enfermedad.
Como lo comenté ayer en mi pagina de Facebook al recibir la noticía, brilló tanto y tan fuerte, que se nos apagó muy pronto.
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