jueves, 26 de agosto de 2010

La ciudad que nunca duerme

Ha sido el decorado de tantas historias escritas o cantadas, ha sido el telón de fondo de tal cantidad de películas que, incluso, ha sido en si misma, ignorando actores y guionistas, el tema central de unas cuantas de ellas: las cosas no pasan allí, ella es lo que pasa. De tanto exponerse se ha convertido en un tópico, en un cliché. Todo el mundo la conoce, todos pueden reconocer su imagen, su perfil. Sin haber estado en sus calles, a muchos puede parecerle familiar solo con haber visto alguna serie de televisión o película de domingo por la tarde.


5ta Avenida, Brooklyn (GT)

La primera vez que la vi, precargado del cliché cinematográfico, guardé en mi cabeza la imagen, la silueta lejana de los edificios grises en medio de la lluvia, y la conservo, la recuerdo cada cierto tiempo, como quien lleva una postal en el bolsillo de la camisa. En ese mismo primer momento tomé partido: esta ciudad genera pasiones, ante ella la gente no suele ser indiferente. Se le detesta o se le ama. Y yo amo a esta ciudad ruda y descarnada, sofisticada y violenta, culta y práctica, masiva e individualista, ostentosa y romántica, solidaria y competitiva. Como dice el logo de Milton Fraser, I love NY.


Brooklyn, NY (GT)

Desde aquella primera visita en una avión blanco y azul de la Pan Am hasta hoy son muchos los encuentros, no llevo una cuenta exacta, 25 más o menos.  Y al menos una visita al año durante los últimos 15 años. Hay viajes más memorables que otros, hay anécdotas más importantes que otras y seguramente tendré muchas oportunidades en este blog de contar sobre cosas que me han pasado allí, por lo que no pretendo ahora contar todo lo visto, todo lo oido, todos los sabores, todos los sueños que han albergado esas calles.Seguramente habra un apartado en este sitio para las historias de Nueva York. Pero hay dos épocas claramente diferenciadas, dos aproximaciones a su diario ajetreo: antes de 1998, llegando en Manhattan a las habitaciones del Wellington y el Woolworth ; y a partir de 1998, llegando a casa de Ricardo y Vicky en Brooklyn. Son dos ciudades diferentes, son dos perspectivas diferentes, aunque podría decir que no son excluyentes. La segunda engloba, de alguna manera, a la primera. En el futuro espero llegar a mi propia casa, que ya existe, que ya tiene una dirección conocida y cuyas llaves guardan espacio en una gaveta de mi casa de Caracas. También llegaremos algún día no muy lejano a la casa que nuestros caseros de Brooklyn están soñando en medio de un bosque en Coldspring, cerca del río Hudson.


Desde Red Hook, Brooklyn (GT)

Mientras tanto, vivo en Caracas...y en Nueva York en la distancia.

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